FAB LABS, URBAN HACKING Y LA COMUNIDAD DE MAKERS COMO CATALIZADORES DE LOS ECOSISTEMAS INNOVADORES URBANOS.-

URBAN 360º, the blog curated by Pablo Sánchez Chillón, Urban Planning Lawyer, International Speaker, Researcher and CEO and Co-founder of Eolexcitylab, Urban Innovation Lab & Think Tank (Spain).  

fablab_outils2Desde hace algunas semanas, a los hypes habituales en torno a la Innovación, las Smart Cities y el Big Data se ha unido un nuevo término que ha encontrado el favor de los medios de comunicación mundiales, -Fab Lab- y sobre el que empiezan a correr ríos de tinta y la atención de las agendas oficiales, favoreciendo además, –como viene siendo inevitable- la aparición de un nuevo ecosistema de expertos (al más puro estilo superficial y arribista que caracteriza a las nuevas comunidades de sabios que han medrado en su experiencia y autoridad en la era de Twitter) que aspiran a administrar el Universo Fab en nuestro país, así como sus secuelas y derivados.

Un Fab Lab, vendría a ser, en una definición más o menos sencilla, un espacio físico en el que de la mano de una tecnología de producción sofisticada pero accesible y no demasiado cara (sobre los 50.000 Euros para el Fab Lab de Barcelona), cualquier persona con una idea puede ser parte de la revolución digital en el ámbito de la fabricación, que le permitirá, de la mano de ordenadores, impresoras 3D pero también de fresadoras y cortadoras láser, producir cualquier objeto en cualquier lugar del mundo, compartiendo con la comunidad Fab los insights del proceso, buscando en este proceso abierto y colaborativo la mejora del producto y la extensión del conocimiento productivo más allá de los límites territoriales que impone el modo de producción imperante en nuestras sociedades.

stockvault-computer-circuit117272En el entorno de una cultura urbana inspirada en los valores que difunde Internet, la cultura Fab vendría a ser a la producción digital (democrática) y accesible una revolución equiparable a lo que las tecnologías de la comunicación supusieron para las relaciones sociales e interpersonales, actuando como verdadera catalizadora de la innovación y la transformación de los modos y relaciones de producción imperantes así como de los entornos territoriales en los que actúa, apuntalando la visión teórica de los impulsores de las filosofías de Km 0 y las unidades mínimas de autoproducción (Jeremy Rifkin entre otros).

La filosofía Fab Lab descansa, en síntesis, en la visión de un futuro en el que “the factory is everywhere and the design team is everyone”.

Nacida en el MIT (también) de la mano de Neil Gershenfeld (vid. video infra) hace unos años, la noción de Fab Lab (acrónimo de Fabrication Laboratory) descansa en una fuerte vinculación entre los procesos de ideación, diseño y fabricación del producto y en la ubicuidad en la formulación y reproducción de los logros del proceso iterativo que culmina con la producción del objeto, así como en la fuerte liason de todo este proceso con la comunidad en la que se inserta este Fab Lab, que provee a sus miembros de una herramienta de eso que se ha traducido en español por empoderamiento (empowerment en inglés) a través de la facilitación de herramientas para la fabricación digital de objetos que pueden contribuir al progreso y desarrollo de estas comunidades urbanas de thinkers and doers.

Llegados a este punto, existe ya una International Fab Lab Association, un Fab Charter que guarda las esencias del concepto y establece condiciones para formar parte del ecosistema Fab mundial, una Conferencia Anual Fab de carácter internacional, así como un número creciente de instalaciones Fab en los distintos países y sub-redes nacionales que aglutinan a los distintos Fab Labs, reforzando los lazos de cooperación y el sentimiento de pertenencia de sus miembros.

 

En el caso español, -y lo he podido comprobar durante estos días en los que he sido invitado a participar en el evento City Sense impulsado por el World Bank y en el Smart City Expo & World Congress (ambos en noviembre 2013 en Barcelona) es el FAB de la capital catalana / Fab Lab Barcelona (ubicado en el IAAD-Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña) el que acapara mayor atención y por qué no decirlo, apoyo institucional (vulgo financiero) asumiendo el papel de actor privilegiado y más activo en el universo Fab español.

fablabbcn_webEste Fab Lab barcelonés, que dirige el urbanista Tomás Díez (probando nuevamente la virtud de la polivalencia en la que se mueven de los nuevos urbanistas-tecnólogos frente a los que siguen noqueados por los efectos de la crisis edilicia), ha sido, además, impulsor de la creación de una Red Española de Fab Labs, y ha alineado su visión y enfoque con las líneas maestras del proyecto de Ciudad Inteligente (ahora, bajo el lema “muchas Slow Cities dentro de una Smart City”) que desde el Ayuntamiento de Barcelona se viene impulsando desde hace unos años, con un fuerte marchamo personalista (es mi opinión) asociado a la iniciativa del Arquitecto Jefe del municipio, Vicente Guallart y el Teniente de Alcalde Antoni Vives.

Este alineamiento de intereses entre la estrategia ‘Smart’ de Barcelona y la filosofía maker que inspira el movimiento Fab Lab, -además de las destrezas en el plano del marketing y la comunicación intrínsecas a cualquier iniciativa que se impulsa en Barcelona en este ámbito de la innovación urbana (ya podrían aprender otras capitales, por cierto) – y que  ha permitido que el Fab Lab del IAAD catalán sea la primera pieza de un ecosistema de fabricación digital que debe reproducirse en los próximos meses a lo largo del entramado de la ciudad de Barcelona, conformando una pieza fundamental del ecosistema urbano, urbanístico y social que caracteriza el salto hacia la Ciudad Inteligente marca Barcelona sobre el que trabajan las instituciones, los actores privados y numerosos stakeholders con intereses en el proceso.

En todo caso, y al margen del carácter territorial de estos Fab Labs (los encontramos ya en Valencia, en París, en Londres, en Alicante o en los EEUU entre otros muchos sitios) este sentido, Fab Labs como bibliotecas del futuro: de lugares en los que descansaba el conocimiento en anaqueles y estanterías a verdaderos centros híper-conectados de interacción global en los que el acceso al torrente de capas de información obtenida (y generada) en tiempo real a través Internet, el apoyo de una comunidad de pensadores y makers y la acción coordinada de usuarios y la tecnología impulsan la ideación, el diseño y la fabricación de distintos objetos y útiles que hasta ahora venían a nuestras manos desde las distintas cadenas de montaje y los itinerarios y usos comerciales que han presidido el intercambio de mercancías desde la época de Marco Polo.

Estos nuevos ateneos de conocimiento aplicado, aspiran a convertirse en centros de educación-evangelización, laboratorios de investigación y espacios de microproducción, a la vez que se erigen como dinamizadores territoriales de una nueva cultura económica, asociada al progreso digital de una comunidad urbana en la que la innovación permanente, una actitud de búsqueda de resultados tangibles y el trabajo en redes reales y virtuales dan paso a la experiencia inigualable de la fabricación de productos surgidos de este proceso creativo.

Huerto-urbano-El-Toboso-2_imagelargeSi la proliferación de huertos urbanos ha acercado en los últimos tiempos a muchos urbanitas la sensación prístina de crear vida en forma vegetal a la vez que ha consolidado y dinamizado nuevas comunidades urbanas de regantes y agricultores a tiempo parcial (Instagram está lleno de coloristas testimonios de sus progresos) la progresiva implantación de estos Fab Labs en nuestras ciudades va a generar, con toda seguridad, dinámicas virtuosas de encuentro entre los campos de la ideación y la experimentación con los de la ejecución y la producción de cosas, acercando procesos que hasta ahora se desarrollaban en lugares y tiempos diferentes.

En íntima relación con esta idea, la noción del tiempo, la de la propia cronología del proceso de ideación, diseño y ejecución de las distintas creaciones del intelecto, -en forma de objetos tridimensionales- alcanza una especial importancia en nuestras sociedades urbanas, sometidas al diktat y los usos de la cultura que impone Internet, en la que el cronos de la inmediatez y el denominado tiempo real, así como la creciente falta de atención individual y colectiva y las nuevas agendas de cinco minutos y 140 caracteres, someten cualquier proyecto al tribunal

En efecto, en nuestras sociedades urbanas híbridas, en las que la personalidad del individuo se conforma en torno a su interacción física con los demás, pero también, y cada vez en mayor grado, por su conexión permanente con los planos digitales y de híper-realidad que derivan de su pertenencia a sutiles comunidades virtuales en las que los lazos se construyen sobre flujos de información y el desdoblamiento en múltiples identidades digitales (un solo individuo, varias personalidades digitales, no necesariamente complementarias ni genuinas) a la percepción y gestión de un tiempo real nacido de nuestra pertenencia a una sociedad territorial se impone, implacablemente, la consideración de un tiempo digital mucho más rápido y apremiante, que está dando lugar a la aparición de conductas –especialmente entre las capas más jóvenes de nuestra sociedad y más (voluntariamente) expuestas al universo de las redes sociales- intolerantes en relación con la gestión de los tiempos de espera, lo que obliga a la transmisión incesante de información hacia el usuario y a la provisión de resultados cuasi-inmediatos para evitar la decepción y el desinterés de los nuevos moradores digitales de nuestras ciudades.

Weapon of Mass Distraction a CC in Flicker by starkart.orgDel mismo modo, si hoy somos mayoritariamente híper-activos en redes sociales –y las pautas de actuación de los adolescentes confirman una tendencia inquietante en este sentido- no es menos cierto que estas redes sociales, que establecen puentes para la colaboración en red y para la identificación de potenciales socios y aliados en el impulso de iniciativas de toda naturaleza –también empresarial-, son también verdaderas armas de distracción masiva que han hecho descender a ratios alarmantes los niveles de atención individual y colectiva, haciendo de la superficialidad y la ausencia de sosiego en el análisis el contexto en el que se desarrollan muchos proyectos profesionales que se ven abocados al fracaso por falta de bases algo más sólidas que las que impone los criterios digitales del aquí y ahora.

Por esta razón, si estos Fab Labs pretenden convertirse en verdaderos ‘Think-Acts’ que atraigan a pensadores, creadores y makers en torno a un proceso colaborativo que impulse la educación, el cambio y la innovación social en estas nuevas comunidades de hacedores urbanos, deberían tratar de potenciar lo mejor de la cultura on-line (que es abierta, generosa y participativa) manteniendo a raya otros atributos menos virtuosos que caracterizan la vertiginosa vida que nos ha tocado vivir en estas sociedades híper-conectadas – verdaderas Repúblicas de Datos en las que se han convertido nuestras ciudades y neutralizando la acción y los modos de los no pocos ‘súper-héroes sociales’ que pueblan las comunidades digitales. La gente se ha ido a vivir a las redes sociales y la ciudad física está pagando un precio muy alto por esta huída masiva.

Este enfoque estratégico hacia el futuro servirá, además, para contener el previsible aluvión de ‘fabbers’ llegados en una primera oleada al calor del hype, gestionando óptimamente el universo de expectativas depositadas en los Fab Labs como catalizadores de la innovación, la transformación y el éxito (y fracaso) de las iniciativas que puedan desarrollarse entre sus paredes, sin convertirse en víctimas propiciatorias de la penúltima moda digital, como la que acabó con no pocos espacios de co-working, co-creación y otros co’s.

En este sentido, la cultura maker de los Fab Labs, eminentemente práctica y prospectiva, encuentra en determinadas tendencias que se abren camino en las escuelas empresariales un refuerzo teórico indispensable para la consecución de éxitos tangibles y con capacidad de transformar la comunidad, a la vez que consolidan los sacrosantos modelos de negocio a los que implacablemente se invoca -casi antes de tener tiempo de explicar siquiera el proyecto– en el nuevo ecosistema de start-ups que ha ido floreciendo en nuestro entorno europeo.

Me refiero, en este punto, a la filosofía/metodología Lean-Agile (Start-up), que vive un momento dulce en nuestros días y cuyos valores basados en el aprendizaje validado, la experimentación científica y el proceso iterativo en el que la comunicación continua con el mercado permite definir modelos escalables que minimizan la probabilidad de fracaso en el lanzamiento de productos, se ajustan perfectamente a la cultura de experimentación prospectiva, a la fabricación dirigida a resultados y a la capacidad de adaptación permanente que está en el ADN de los procesos que se desarrollan en un Fab Lab, respetando los tiempos y ritmos impuestos por la nueva cultura de Internet.

IMG_1763En el mismo sentido, el movimiento Fab Lab puede encontrar sinergias en el marco de la Open Innovation (Innovación Abierta), aplicando algunos de sus presupuestos y hallazgos empíricos a los distintos procesos que pueden desarrollarse, teóricamente, en el entorno de un Fab Lab, en el que una comunidad de innovadores (tanto la real como la virtual) encuentra un entorno favorable para la compartición de recursos, ideas y procesos, al servicio de un proceso iterativo que culmina con la producción de un objeto que en no pocos supuestos ha sido alumbrado bajo criterios de Open Design e innovación abierta.  (Aprovecho, en este punto para desterrar una creencia que ha terminado por imponerse en el entorno de la agenda Smart City internacional y que apunta a la falta de modelo de negocio que hará peligrar el futuro del paradigma: lo cierto y verdad es este problema es más propio de las grandes compañías de infraestructuras que de las pymes, ya que no pocas pequeñas y medianas empresas han encontrado ya su modelo de negocio y su senda empresarial en el ecosistema de la Ciudad Inteligente).

En todo caso, algo parecido a esta alianza entre la academia, la industria y el mercado en el entorno de una cultura Fab Lab lo pude ver durante mi visita en septiembre de este año 2013 a Puerto Rico, donde participé como conferencista  y profesor invitado en varios eventos de innovación urbana, de la mano de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico en Ponce y la iniciativa Corredor Digital en San Juan. Allí, de la mano del inquieto Decano de la Facultad de Arquitectura, Javier de Jesús Martínez y de su equipo, pude conocer el Fab Lab de esta Universidad pionera en el campo de la ideación y el making, en la que los estudiantes de Arquitectura diseñaban, co-creaban y producían sus prototipos y productos para ser testeados por el mercado, utilizando impresoras 3D, cortadoras, fresadoras y otros artilugios que extrañamente encontraremos en una Facultad de Arquitectura en nuestro país.

city sense world bank bcn nov 2013Por último, y puesto que hablamos de innovación urbana, transformación de la ciudad y actitud ciudadana hacia la innovación social, no me puedo resistir a detectar en esta cultura peer-to-peer característica de los Fab labs, y en las facilidades de acceso ampliado a todos los campos de la innovación aplicada que caracterizan su razón de ser y la del propio proceso de fabricación digital un puente sólido hacia la consolidación de una reflexión que vengo impulsando en cada uno de los eventos en los que he podido participar como keynoter este fecundo año 2013 y que apuntan hacia el Urban Hacking como un Nuevo Rol de Ciudadanía característico de nuestras Ciudades Inteligentes, en el que el uso individual y colectivo de la tecnología en entornos urbanos reactivos permite adaptar el hardware de la ciudad a la experiencia del ciudadano, modificando, deformando y ampliando hasta el infinito la forma, sustancia y propiedades de la ciudad, fomentando el encuentro entre los planos digitales y físicos en los que se desarrolla nuestra de urbanitas a la vez que se procura la interacción de las identidades virtuales y reales que conforman la comunidad urbana de las Ciudades Inteligentes.

Señores, Señoras, entren, pónganse cómodos y fabriquen.

8 comentarios

  1. […] En el entorno de una cultura urbana inspirada en los valores que difunde Internet, la cultura Fab vendría a ser a la producción digital (democrática) y accesible una revolución equiparable a lo que las tecnologías de la comunicación supusieron para las relaciones sociales e interpersonales, actuando como verdadera catalizadora de la innovación y la transformación de los modos y relaciones de producción imperantes así como de los entornos territoriales en los que actúa, apuntalando la visión teórica de los impulsores de las filosofías de Km 0 y las unidades mínimas de autoproducción (Jeremy Rifkin entre otros).La filosofía Fab Lab descansa, en síntesis, en la visión de un futuro en el que “the factory is everywhere and the design team is everyone”.  […]

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