LAS CIUDADES, FÁBRICAS DEL NUEVO LIDERAZGO PÚBLICO GLOBAL

UN SIGLO DESCARADAMENTE URBANO.



By Pablo Sanchez Chillon

[Pablo Sánchez Chillón, Urban Planning Lawyer, International Speaker & Strategy and Public Affairs Advisor. Pablo is Co-founder of Sánchez Chillón Legal Advisors and Director of Foro Global Territorio. He works as a part-time advisor to the municipality of Alicante (Spain)]

[Usa el enlace para contactar con Pablo]


Un siglo descaradamente urbano.

Hay, entre quienes nos dedicamos a trabajar desde los distintos ámbitos de lo urbano, un comentario recurrente sobre el papel que las ciudades juegan en el tablero de la gobernanza mundial, bastante ilustrativo del escenario de forzosa irrelevancia a la que están sometidas. Ese aforisma sobre que «las ciudades son invitadas a la mesa de la gobernanza global, aunque nunca participan de la elaboración del menú» que pone de manifiesto el testimonio de un paradigma clásico de las relaciones internacionales está, sin embargo, empezando a cambiar.

Algunos detentadores del poder, de sus inercias y sus prebendas tratan de ignorarlo, pero los Alcaldes, Mayors, Sindaci, Maires, Intendentes, Autarcas o Bürgermeisters y sus equipos, altamente especializados y crecientemente profesionalizados y plurales, llaman a la puerta de los centros de decisión política internacional, cargados de ideas, soluciones y respuestas locales a los retos globales que nos devuelve este milenio tecnológico. Vale la pena escucharlos.

Los gobiernos locales, que compiten y cooperan para proyectarse universalmente, atraer y retener talento e inversiones están perfeccionando el uso de herramientas como el Soft-Power / Poder Blando, el storytelling o la propia ordenación del territorio y la gestión y dinamización de equipamientos e infraestructuras urbanas para obtener éxitos en este proceso de Diplomacia Económica y Tecnológica global liderado por las ciudades. De igual manera, cualquier líder local con vocación de hacer progresar a su ciudad, compartiendo experiencias y conectando su realidad con la que se aprende y disfruta en las redes urbanas de influencia global empieza por organizar de otra manera sus propios equipos, gabinetes y círculos de confianza, incorporando perfiles y voces familiarizadas y expertas en estos foros y visiones sistémicas, ampliando la base y alcance del capital relacional de las ciudades y sus gobiernos.

En pleno declive del multilateralismo más convencional, en un siglo cargado de incertidumbres y amenazas, pero también de oportunidades como pocos, los retos del milenio que enfrentamos como especie y como planeta se declinarán en clave urbana, pues son las ciudades las destinatarias principales de estos desafíos que se encuentran en la génesis y los objetivos de buena parte de las políticas gubernamentales globales y son, a su vez, el hogar de la inteligencia, la innovación y las soluciones más promisorias para hacerles frente.

Si hacemos caso al emergente coro de expertos que así lo afirman (y a otros que no lo son, pero que pronto lo parecerán con ayuda de Chat GPT y otras herramientas basadas en la inteligencia artificial), este nuevo tiempo –reflejo de un novísimo orden mundial que se consolida día a día-, se caracteriza por la creciente apertura de agendas, la irrupción de nuevos liderazgos políticos a costa del deterioro del poder de otros (especialmente los de naturaleza urbana frente al menguante poder de los Estados) y por la identificación de retos colectivos para la especie humana que se manifiestan con especial intensidad en el ‘gran teatro de las ciudades’, plagado de actores, guiones y, lo que es más importante, público (los ciudadanos) destinatarios de la función.

Como esas luces de vivos colores palpitando en una pantalla, las ideas fluyen, viajan, se enriquecen y fortalecen en las ciudades, que son ya, sin duda, la zona cero de la innovación global. Es, en efecto, esta apuesta por innovar – en la que los gobiernos más inteligentes asumen la vocación de orquestadores de ecosistemas más que la de meros proveedores de servicios y conservadores del estado actual de cosas – la que está permitiendo a los municipios proyectarse y competir globalmente en una economía interconectada y diversa, cada vez más abierta a la colaboración entre actores, estructuras y proyectos nacidos y crecidos en las ciudades.

Si de cooperación y resultados hablamos, las ciudades, por méritos propios, por su capacidad de responder con agilidad, cercanía y creatividad a los desafíos que asoman en el horizonte de la política y la gestión territorial, y por haber sido capaces de concertarse y sindicarse en plataformas internacionales que las agrupan frente al poder convencional articulador de un statu quo nacido al calor de la teoría de los Estados-Nación, están llamadas a marcar la agenda pública internacional, asumiendo un liderazgo total impensable hace unos años. De todas ellas, de sus avances, iniciativas y progresos he venido dado cuenta en este lugar, reconociendo, además, el excelente papel que desarrollan al servicio de una agenda urbana universal que viene desplegándose ante nuestros ojos y que ha permitido que las ciudades, sus necesidades y aportaciones y los retos y desafíos de este siglo descaradamente urbano, hayan integrado el debate mundial sobre el presente y futuro de nuestro planeta, más allá de las inercias y los modos de hacer y estar con los que se ha organizado el papel de los actores no estatales en las últimas décadas.

En el mismo sentido, esta activa toma de actitud de las ciudades por desempeñar un rol activo en la gobernanza multi-nivel que se abre paso entre las cancillerías, las oficinas gubernamentales y los encuentros -formales e informales – en los que se debate sin cortapisas sobre el presente y futuro de lo urbano ha incorporado a otros personajes y actores que, como una mallada red de prescriptores interconectados (‘The New Urban Diplomats’ en mi trabajo al respecto) han empezado a contribuir a ensanchar y a enriquecer la esfera pública con sus aportaciones y experiencia, brindando una nueva forma de ejercer y desarrollar un liderazgo global específicamente nacido desde las ciudades, que encierra una promesa de futuro tan interesante como retadora.

En este contexto, quizá, una de las consecuencias más satisfactorias de la erosión de los códigos y protocolos que han sostenido el armazón y la arquitectura global del poder y que han acompañado al auge global de la tecnología como herramienta que permite conformar agendas públicas y escalables y de establecer vínculos entre la ciudadanía y los mandatarios, haya sido la de la irrupción de una nueva generación de líderes venidos de la constelación de ciudades, dispuestos a organizarse y atender sus problemas específicos fuera de los canales subordinados y las ortodoxias institucionales que marcaban los estados (o las regiones con vocación de serlo), donde las mesas y los menús diseñados y preparados en otros lugares más solemnes dejaban poco margen para los comensales.

Este proceso, acrecentado por la creciente atención mundial hacia el papel de las ciudades en el diseño, la proposición y ejecución de soluciones ante los retos del milenio (poblacionales, ambientales, económicos, sociales etc, todos ellos de naturaleza eminentemente urbana) se ha reforzado con el reconocimiento universal de su capacidad para implementar políticas ágiles frente a estos desafíos, sin la pesadez, la solemnidad y el esfuerzo transaccional que se atribuye a la acción de los Estados-nación en las relaciones internacionales, que penalizan su ejecutoria política.

Al evidente fenómeno global de concentración poblacional en los entornos urbanos se ha unido en nuestros días el consenso sobre la residencia de buena parte de los retos que enfrenta nuestro planeta en el ámbito de la gestión pública y la acción política de las ciudades, que ha obligado a estas renovadas repúblicas venecianas y a sus líderes a cooperar, concertarse y a competir entre ellas, dando carta de naturaleza a un nueva forma de ejercer y proyectar el liderazgo político, bajo nuevos enfoques y propiedades que trato de explicar desde hace tiempo en este blog y que de manera específica pude resumir en estas 10 Lecciones sobre Liderazgo Público que nos enseñan las Ciudades Globales., nacidas de nuestro estudio, trabajo y experiencia con líderes y comunidades urbanas con vocación universal.


Lo que cuentan y lo que nos cuentan las ciudades.

Como en un Baile de Máscaras, las ciudades, buscando proyectar la mejor de sí mismas, se esconden tras brillantes artefactos narrativos, etiquetas memorables y buenas dosis de contemporáneo storytelling reivindicando su cuota de notoriedad, poder e influencia en esta fase de la Historia universal en la que se anticipa la llegada de un nuevo statu quo para la Gobernanza mundial.

Ante esta ventana de oportunidad y en el contexto actual de comercialización ‘total y por entregas’ de los activos y relato de las ciudades, muchos reclaman un papel principal para una nueva generación de líderes locales, ungidos por el don de la globalidad, la audacia y el pragmatismo, líderes auténticos para ciudades de verdad, en un proceso que la pandemia del Covid-19, la irrupción de conflictos tan centralmente europeos como el ruso-ucraniano y la sensación universal de fragilidad que nos asalta por todos los flancos parece haber acelerado irremediablemente.

En este orden de cosas, la competición entre ciudades es un hecho al que asistimos todos los días y al que los propios mensajes y proyección de lo urbano ha terminado adaptándose y actualizándose. A medio camino entre la recurrente superficialidad, el artefacto kitsch y la genialidad reservada a los visionarios, un número creciente de urbes han impulsado procesos de reinvención total de su forma de estar (y parecer) en el mundo, explotando nuevos relatos y minerales narrativos para su proyección global – y la de sus líderes- a la vez que compiten con otros territorios por la relevancia, la influencia y un lugar preferente en el retablo iconográfico del siglo XXI.

La caracterización de los territorios como Ciudades Sostenibles, Inteligentes, Emprendedoras, Innovadoras o Habitables, como Start-up Cities o Digital Cities, asumida, en algunas ocasiones de modo tan entusiasta como impostado, es, además de un fenómeno creciente y global que afecta tanto a ‘politics’ como a ‘policies’, un recurso narrativo estratégico del nuevo poder urbano en su batalla por ganar peso e influencia en la arena internacional, a costa del tradicional poder de los Estados-Nación, constituyendo también un interesante testimonio de la emergente capacidad de las Ciudades de marcar y conformar la Agenda Pública internacional. Quizá por ello no pocos autores preconizan el advenimiento de un ‘nuevo siglo de las ciudades’ y la aparición de una legión de defensores de la competencia y virtudes de los actores urbanos para marcar y liderar la agenda global de una nueva Gobernanza más abierta, dinámica y cercana a los problemas de la ciudadanía.

Esta autoconciencia de su creciente poder e influencia ha llevado a las ciudades a promover numerosas arenas, espacios y plataformas de encuentro, interacción e intercambio de conocimiento y buenas prácticas entre líderes, diseñadores y ejecutores de políticas públicas que inciden sobre la realidad de las ciudades y un sector privado que crecientemente interesado en proponer soluciones (algunas cuasi mágicas) para los inveterados problemas de nuestros territorios, proceso en el cual, el endoso de algunas celebrities a su labor en una era de la política de Instagram ha ayudado a situar las cuestiones urbanas en un lugar relevante de la agenda global de los medios y la política, por mucho que a los circuitos más ortodoxos de la academia o de la política estas alianzas les resulten anómalas, inanes y peregrinas.

Asistimos, pues, en nuestros días, a un planteamiento generalizado de estrategias, de políticas públicas y de acciones de comunicación de las ciudades en el campo de la proyección exterior de sus activos intangibles y en el de la generación de nuevas narrativas urbanas que buscan dar reforzar la dimensión internacional de sus competencias, ejemplificado en la acción de muchas capitales que buscan consolidar (cuando no, inventar ex novo) una imagen de sí mismas que les permita codearse, en igualdad de armas, con otras ciudades que compiten por atraer atención, talento y recursos (humanos y financieros).

La discusión global sobre la capacidad de las ciudades para comunicar sus logros y proyectar sus atributos y el debate sobre la creciente influencia de las ciudades en la agenda global gana voces y contenido, al calor de las acciones desarrolladas por una generación de líderes urbanos que están rompiendo los moldes del statu quo definido durante décadas.

¿Están respondiendo las instituciones a este escenario global de expectativas y oportunidades?

Sí y no. Aunque todos los expertos señalan a los gobiernos municipales como verdaderos protagonistas en la gestión de los desafíos ante el futuro del planeta y a las ciudades como laboratorios esenciales para el ensayo de políticas públicas y soluciones que afectan a la convivencia global, existe un verdadero gap entre la voluntariosa y creativa co-responsabilidad de los actores locales en la proposición de soluciones para estos problemas universales y el poder político real y los recursos y financiación de los que disponen las ciudades para hacerlas efectivas, incluido el recurso al talento digital y tecnológico que crece y se proyecta globalmente desde las propias áreas urbanas.

Bajemos al detalle. En efecto, si hablamos de emprendimiento, del problem-solving tradicional a las novedosas iniciativas de GovTECH y los enfoques en el campo de los proyectos innovadores nacidos de la iniciativa privada vinculados a la prestación efectiva de servicios públicos municipales, las restricciones y los corsés que impone la vigente normativa estatal en materia de contratación (pese a los caudalosos ríos de tinta vertidos por los teóricos de la Compra Pública Innovadora, prácticamente inédita en nuestros lares) alejan a los emprendedores, start-ups e inversores de un campo de trabajo (lo público / lo municipal) por la dificultad de evaluar y asegurar retornos efectivos de la innovación, lastrada por los tiempos, la rigidez y ausencia de agilidad que requiere el nuevo escenario de la economía digital urbana.

Si queremos avanzar de manera real en términos de progreso y bienestar territorial y dotarnos de las mejores herramientas, procedimientos y capital humano para abordar con agilidad y efectividad los retos que nos impone este siglo frágil, tecnológico, mutante y líquido, acercando el ejercicio de poder a la ciudadanía que resulta destinataria en primer orden de estas políticas públicas, nos vemos obligados a proponer una reflexión serena y razonada, sin ultraísmos, basada en un nuevo enfoque y perspectiva de la descentralización política y administrativa territorial. Este proceso, irrenunciable, ha de permitir a los poderes locales ejercer, con solvencia y capacidad de respuesta, su parte alícuota de poder para atender a las crecientes y variables necesidades de la población urbana y retos del milenio (ambientales, poblacionales, de equidad y participación, entre otros) promoviendo la implementación de políticas nacionales que así lo permitan.

Pese a que cuestiones de orden organizativo y operativo aconsejan unas capacidades de decisión y acción marcadas por la cercanía a los problemas de la ciudadanía y la eventual agilidad para enfrentarlos de manera eficiente, los protagonistas de la Política (con mayúsculas) y de las Relaciones Internacionales, fundamentalmente, los Estados-Nación y los distintos poderes territoriales (Regiones, Federaciones etc) siguen mostrándose reticentes a ceder cuotas de poder y financiación a los gobiernos locales y entidades metropolitanas, negándoles, igualmente, la capacidad de interlocución y acuerdo en las grandes mesas de decisión global.

Esto se produce, además, en un contexto generalizado de creciente desafección ciudadana hacia el poder y las instituciones, favorecido por el deterioro del pacto de confianza entre ciudadanía y gobernantes, el desgaste de los fundamentos de la autoridad y la intermediación (el poder ya no es lo que era), potenciados por la difusión masiva de la información (y el tiempo real) y un creciente convencimiento por parte de la ciudadanía (tal vez, una percepción colectiva que no encuentra un correlato real en términos de ejercicio del poder) de su capacidad para auto-organizarse y asumir ciertas cuotas de poder y gobierno territorial.

Sin embargo, y pese a las dificultades estructurales y coyunturales, las ciudades, compitiendo con los actores estatales por influir y dotar de forma y contenido a la agenda pública global, están consolidando un nuevo Liderazgo Urbano, basado en la Innovación, la Colaboración, la Influencia y el Soft-Power, que algunas veces se convierte, además, en verdadera toma de posición política y en la capacidad de enmarcar debates mundiales desde la óptica de lo urbano.

Ejemplos de intersección de estas agendas globales con lo urbano hay muchos. Hace algún tiempo analizaba, como un caso paradigmático de esta nueva realidad del pujante concierto entre ciudades y líderes urbanos para el establecimiento de agendas globales propias, el del impulso por parte de los Alcaldes de Budapest, Bratislava, Varsovia y Praga, en diciembre de 2019, de una Liga de Ciudades Libres frente a la deriva populista de sus gobiernos nacionales, buscando puentearlos para acceder directamente a los fondos europeos y contrarrestar el nocivo efecto de determinadas políticas nacionales de corte populista o híper-nacionalista. El movimiento no es nuevo ni desconocido en nuestra historia reciente y tuvo su reflejo, también, en la iniciativa de los U.S. Mayors, liderados por el Alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, de oponerse coordinadamente frente a la decisión de Trump de que los EEUU abandonaran unilateralmente los acuerdos climáticos surgidos de la Cumbre de París.

En todo caso, las ciudades, y en particular, aquellos actores que integran aquello que he dado en denominar como el Nuevo Poder Urbano (NPU), se saben interesantes a los ojos del mundo y son conscientes de su creciente papel como los agentes del cambio más cercanos a la ciudadanía, asumiendo su lugar como la primera instancia social, política y administrativa en la que se libra la batalla frente a los desafíos de este milenio, declinados en clave de sostenibilidad, cambio climático, justicia distributiva, gobernanza, digitalización y automatización o atracción y retención del talento y las inversiones.

Lo urbano se reinventa, amplía su campo semántico y se organiza alrededor de un espectro de valores abiertos e integradores en los que la heterogeneidad y riqueza de las comunidades que integran las ciudades se constituye como contrapunto y antídoto frente al populismo rampante y bronco, abriendo una puerta a la esperanza en un futuro más amable para todos.

En este océano de superficialidad, plástico e impostura que todo lo contamina, la emergencia de una nueva forma de estar, cooperar, establecer agendas globales y liderar la política desde las ciudades es una excelente noticia, confirmando que el siglo XXI es, como lo fuera en la época del Renacimiento en Europa, un nuevo Siglo de las Ciudades, capaz de acoger en su seno nuevos liderazgos políticos, sociales y empresariales que desde lo urbano se materializan ante nuestros ojos con una mezcla de pragmatismo, habilidad e inteligente proyección de novedosos recursos narrativos alrededor de la propia idea del poder que contribuyen a ahormar un nuevo tipo de Gobernanza para el siglo XXI.

Es tiempo de mudanza. Como dijo Séneca, “una era construye ciudades; una hora las destruye”.

**********************************************************************************************************************

[Si quieres conocer más sobre mi trabajo e investigaciones sobre Gobierno, Liderazgo, Ciudades, Diplomacia Urbana y Soft-Power, te invito a visitar y compartir el contenido de mi blog. Más de 160.000 lectores lo han hecho ya. Gracias.*]

**********************************************************************************************************************

By Pablo Sanchez Chillon

[Pablo Sánchez Chillón, Urban Planning Lawyer, International Speaker & Strategy and Public Affairs Advisor. Pablo is Co-founder of Sánchez Chillón Legal Advisors and Director of Foro Global Territorio. He works as a part-time advisor to the municipality of Alicante (Spain)]

[Usa el enlace para contactar con Pablo]

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s