Ambas actividades son compatibles. Durante al menos, un lustro, las políticas de ordenación del territorio en nuestro entorno han ido a remolque de la realpolitik impuesta por las leyes de una oferta y demanda voraces y un mercado del suelo y la edificación henchidos de gula y tensiones especulativas que culminaron con el desastre que todos conocemos y sobre el que se han escrito ríos de tinta, que, una vez desbordados de incontinencia, se han tornado ahora secos páramos en los que campa la desolación y el desánimo. En este período, los Planes Generales de Ordenación Urbana, sometidos al permanente asedio de los visitadores de Ayuntamientos y Consellerias, se convirtieron en límites fácilmente rebasables por proyectos que sumaban nuevos suburbios y exurbios a nuestros términos municipales, incapaces de regular ordenadamente los desarrollos urbanísticos impuestos por la hydra del desarrollismo incontrolado, produciendo un agotamiento definitivo del sistema.
Acabados los fastos, la realidad circundante nos presenta un rosario de Planes Parciales, Programas de Actuación Integrada y actuaciones urbanizadoras inconexas desde el punto de vista de la ordenación y vertebración del territorio e incompatibles entre sí en cuanto a sus previsiones en materia de usos y e integración territorial y paisajística y que constituyen el testimonio y colofón de un período de inercia en el que la urbanización banal y caprichosa ha afeado nuestro entorno y condicionado negativamente nuestros desarrollos futuros.
No obstante este sombrío antecedente, durante el año 2010 –en pleno corazón de la depresión económica que ha asolado nuestras tierras – hemos asistido en la provincia de Alicante a un florecimiento intelectual sin precedentes en el campo del planeamiento urbanístico integrador y la ordenación territorial supramunicipal, que se ha materializado en la elaboración y exposición pública de diversos estudios y planteamientos teóricos impulsados por las administraciones públicas, think tanks y agentes privados, que permiten albergar esperanzas de futuro para nuestros territorios.
Al margen de la contienda política y la retórica partidista (tan improductiva como demagógica), lo cierto y verdad es que tanto el denominado Plan Innovación + Territorio de la Provincia de Alicante, fruto de la reflexión en torno a los territorios inteligentes impulsada desde la Fundación Metrópoli (junto a la Diputación de Alicante y la Caja de Ahorros del Mediterráneo) como la denominada Estrategia Territorial de la Comunidad Valenciana auspiciada por la Generalitat Valenciana, constituyen verdaderas herramientas para la acción territorial ordenada, al margen de las particularidades y endemismos locales, que deben servir para detectar factores de excelencia territorial y generar oportunidades de desarrollo y atracción y retención de inversiones y capital humano a nuestro entorno. Ambos documentos -condenados a integrar sus hallazgos y reflexiones-ven la luz en un contexto de necesaria reivindicación de la planificación supramunicipal como herramienta de coordinación de los esfuerzos de los distintos agentes intervinientes en el proceso de la (des)urbanización del territorio, proponiendo un marco delimitador de los criterios y decisiones en la materia.
Al esfuerzo de estos organismos y profesionales por elevar la mirada más allá de los lindes municipales propugnando una actuación coordinada en materia de ordenación del territorio y valorización del paisaje, proponiendo una segmentación de usos y actuaciones incardinados en las características y potencias de cada comarca de las que integran nuestros territorios (aquí no es dable el “café para todos”) debe seguir una verdadera voluntad y compromiso de todos los actores en el proceso por impulsar un nuevo urbanismo en el que la maximización del aprovechamiento urbanístico no se constituya en objetivo único de los desarrollos, asumiendo que el proceso urbanizador, lejos de ser un continuum irrefrenable, se constituye como una sucesión de episodios intermitentes y meditados, en los que la generación de verdaderas oportunidades de desarrollo constituye un fin en sí mismo y una llamada para la acción de políticos, profesionales y agentes de la sociedad civil.
En este punto, superado el desconcierto y la desilusión, merece la pena aprender de los errores, consolidar nuevos valores (cuando no recuperarlos de un pasado no tan lejano) e inspirarse en experiencias comparadas de ordenación territorial que se desarrollan más allá de nuestras fronteras y cuyos presupuestos y conclusiones son fácilmente adaptables a nuestra realidad, y todo ello sin complejos ante nuestros competidores y con la mejor disposición intelectual frente a los retos que enfrentamos.
Podríamos empezar por plantearnos, en el ámbito más cercano de actuación, las oportunidades y sinergias que podría generar una ordenación territorial coordinada y ambiciosa entre los municipios de Alicante y Elche o Elche y Alicante (y sus Planes Generales, ambos en revisión actualmente), condenados a entenderse más allá de obtusos localismos pasajeros, y que comparten una interesantísima área de fricción territorial en la que se ubica el Aeropuerto del Altet, el Proyecto IFA 2011, la Ciudad de la Luz y el extraordinario emplazamiento de Elche Parque Industrial, en la que este urbanismo inteligente puede abrirse camino sin estridencias.
No obstante, la tozuda realidad nos demuestra que la cuestión de la ordenación territorial consensuada entre ambos municipios –cuyas identidades parecen consolidarse por oposición con su antagonista- constituye, hoy por hoy, una prioridad que no está en la agenda de nuestros responsables, Lástima.